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EL LODGE

Un lugar para inspirarse, relajarse y explorar la esencia de la naturaleza. En este remoto rincón de Argentina, todo invita a reconectarse con la tierra, a probar, oler, escuchar y sentir en un entorno natural.

El Lodge cuenta con cuatro amplias y luminosas cabañas, decoradas con un exquisito encanto que se fusiona con la belleza de la naturaleza circundante. Todas las cabañas cuentan con decks con vistas a los remansos del arroyo y la Reserva de Biósfera, y muelle privado.

Cabaña

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Tamanduá

Decorada con un gusto exquisito, esta cabaña tiene amplios ventanales con preciosas vistas al río, terraza con hamacas y sillones, y una pequeña pasarela que la conecta con el muelle privado del house. Los pájaros, que abundan en la reserva, parecen tener preferencia por el deck de esta cabaña. Emplazada donde el río Paraíso forma un remanso que le da su nombre,  por su cercanía al house, esta cabaña es ideal para familias con niños pequeños y adultos mayores. Capacidad: 5 adultos.

Cabaña

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Anambé

Privilegiada por estar emplazada al lado del curso de la vertiente, el murmullo del agua invita a relajarse y descansar. Fue ambientada con una sofisticada rusticidad, y todos los detalles armonizan para lograr un encanto único. Con una amplia terraza con hamacas y velas aromáticas, e impresionantes vistas del río y de la selva circundante, La Escondida es especial para sumergirse en la belleza de la frondosa naturaleza que la rodea. Esta cabaña es ideal para parejas o familias. Capacidad: 5 adultos.

Cabaña

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Panambí

Es la cabaña más alejada del house: promete una exclusiva tranquilidad y un íntimo contacto con la naturaleza. Su ambientación es rústica, cálida y elegante, con grandes ventanas para contemplar el entorno. Con dos amplias terrazas con inolvidables vistas del río Paraíso, hamacas y sillones. Capacidad: 5 adultos

Cabaña

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Guatambú

Con una ambientación rústica, chic y romántica, esta acogedora cabaña es ideal para parejas. Cuenta con una amplia terraza para admirar la naturaleza circundante, con hamacas, sillones y muchas velas aromáticas para encender por las noches. Separada por 50 metros de intimidad del resto de las cabañas, La Soleada, con sus inolvidables vistas del Paraíso, invita a conectarse profundamente con la selva. Capacidad: 3 adultos.

Cabañas
historia
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Nuestra 
historia

Hoy como Reserva Natural Margay, ayer Don Enrique Lodge

El Lodge es el resultado de un sueño y de un proyecto de vida, potenciados entre sí.

Un sueño de un fotógrafo, Gustavo, que lo llevó allá por el año 2003 a El Soberbio, por entonces totalmente desconocido, para hacer una nota para una revista dedicada al turismo y quedó instantáneamente enamorado de esa selva misteriosa e imponente. La necesidad de hacer lo imposible por preservar, aunque fuera una pequeña parte de esa maravilla, lo llevó a idear este emprendimiento. Su trabajo, y su proyecto de familia, lo ubicaban en Buenos Aires y era claro que el sueño no se realizaría a la distancia.

Allí entraron en escena Bachi  y Daniel (madre de Gustavo y su marido) de espíritus aventureros, amantes de lo natural y  en la búsqueda de un cambio radical en sus vidas: vivir lejos del ruido y los afanes de la gran ciudad y en contacto directo con la naturaleza.

Así fue como, en junio de 2004, se mudaron a construir el Lodge, de San Isidro, en Buenos Aires, a la selva, con cincuenta y pico de años, y se instalaron en la diminuta casita que existía en la chacra.

Ya todo estaba en marcha, y había que elegir un nombre. El padre de Gustavo, Enrique, fallecido en el año 1995 siempre había tenido la ilusión de un emprendimiento turístico para atenderlo junto a su familia. Así que, darle su nombre, surgió como algo natural.

En las vacaciones de invierno de 2005, inauguraron Don Enrique Lodge, con el House y tres cabañas: la Del Remanso, La Soleada y La Escondida. El Sosiego fue construida e inaugurada más adelante, en 2012.

Cuando los muebles iban tomando su lugar en el House, supieron que ese no sería simplemente un Lodge, sino que sería su casa. El tiempo lo confirmó. Sus hijos y sus nietos disfrutaron y crecieron visitándolos.  Dieron allí sus primeros pasos, aprendieron a nadar en el arroyo, y a amar la selva.

Y como su “casa” estaba  en un lugar muy distinto, muy particular y mágico, se propusieron transmitir a sus “invitados”  parte de lo que los enamoró a ellos. 

Hoy, quienes llevamos adelante Margay, tenemos un compromiso ineludible con la protección de la majestuosa naturaleza en la cual estamos inmersos, con la implementación de nuevas ideas para regenerar esta porción de Selva Paranaense que nos rodea, y con el apoyo a las culturas que encuentran en este lugar el último refugio posible para la preservación de sus tradiciones.

Es nuestra misión que todos aquellos que nos visiten se sientan como en casa, atendidos por amigos, y vivan una auténtica experiencia en todo sentido, que se desconecten de la rutina y re-conecten con la naturaleza, y que disfruten de cada minuto que vivan en este lugar. Con todo nuestro amor por la selva, hacia allí vamos.

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